¿Quién es Carmen Sandiego?

by Rebecca Tinker

Durante décadas, muchos se han preguntado: “¿Dónde está Carmen Sandiego?”. Pero ¿quién es en realidad esta tristemente famosa y escurridiza delincuente trotamundos? 

 

A Carmen Sandiego, una ladrona hábil en una misión misteriosa, la persiguen de manera permanente ACME e Interpol. ¡Y la dama de rojo siempre está un paso adelante! En esta emocionante aventura, basada en la serie animada de Netflix, Carmen cuenta por primera vez su propia historia, fascinante y llena de acción.  

 

Ahora, es tiempo de averiguar... 

¿Quién es Carmen Sandiego??

  • Format: eBook
  • ISBN-13/ EAN: 9781328534910
  • ISBN-10: 132853491X
  • Pages: 224
  • Publication Date: 01/22/2019
  • Carton Quantity: 1

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    Durante décadas, muchos se han preguntado: “¿Dónde está Carmen Sandiego?”. Pero ¿quién es en realidad esta tristemente famosa y escurridiza delincuente trotamundos? 

     

    A Carmen Sandiego, una ladrona hábil en una misión misteriosa, la persiguen de manera permanente ACME e Interpol. ¡Y la dama de rojo siempre está un paso adelante! En esta emocionante aventura, basada en la serie animada de Netflix, Carmen cuenta por primera vez su propia historia, fascinante y llena de acción.  

     

    Ahora, es tiempo de averiguar... 

    ¿Quién es Carmen Sandiego??

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    CAPÍTULO UNO

    ESTABA ANOCHECIENDO EN LA CIUDAD HISTÓRICA de Poitiers, Francia. Las catedrales medievales resplandecían con la dorada luz del crepúsculo mientras los residentes regresaban a su hogar por las calles empedradas. 

         Sin embargo, uno de los residentes de Poitiers no tenía intenciones de regresar a su casa esa noche. 

         Dentro de un elegante auto negro estacionado en la plaza de la ciudad, el inspector Chase Devineaux asió el volante con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. 

         Durante los dos días anteriores, desde que se rumoreaba que la tristemente famosa ladrona trotamundos conocida como Carmen Sandiego había llegado a la ciudad, ese agente de Interpol de Francia había dedicado cada minuto de vigilia a organizar su captura. Todos estaban detrás de Carmen Sandiego, y ella había logrado evadir a las oficinas y los agentes de todo el mundo. Chase no había dormido y apenas había comido porque sabía que esa podía ser su única posibilidad de arrestarla. Por fin la superladrona estaba en su jurisdicción, y él no desperdiciaría esa oportunidad. La atraparé aunque sea la última cosa que haga, pensó. 

         Miró a Julia Argent, que estaba a su lado en el asiento de pasajeros, desplazando atentamente la pantalla de su tableta en busca de datos. Era una agente recién reclutada; tenía una melena muy corta, de cabello negro lacio y brillante, y llevaba lentes redondos que le agrandaban aún más los enormes ojos marrones. Era mitad china y mitad inglesa, y tenía facilidad para cuestiones como idiomas e historia. Pero en lo que realmente se destacaba era en resolver problemas usando la lógica. Chase ya había empezado a advertir, en los pocos días que llevaba trabajando con ella, que lo que a Julia le faltaba de experiencia lo compensaba con inteligencia. Y nunca lo admitiría, pero eso lo intimidaba. 

         Julia se acomodó los lentes mientras miraba con atención la pantalla y deslizaba una serie de imágenes borrosas. Todas las imágenes mostraban a la misma mujer en distintos lugares exóticos del mundo. En una, estaba saliendo de un banco en Hong Kong. En otra, estaba abordando un tren en Noruega. En cada fotografía, la misteriosa mujer vestía la misma gabardina de color rojo vibrante que hacía juego con un fedora inclinado en ángulo perfecto en la cabeza. Pero el rostro siempre le quedaba oculto, como si supiera en qué momento exacto debía mirar hacia otro lado y esconder sus facciones. 

         —¡Solo en las últimas semanas, esta Carmen Sandiego ha robado millones de un banco suizo, una lujosa galería de arte en El Cairo y un parque de diversiones en Shanghái! —exclamó Chase mientras sujetaba aun con más fuerza el volante. 

         Julia asintió sin quitar los ojos de la información. 

         —Todavía debemos hallar un patrón. ¿No le resulta extraño, señor, que ella aparezca en público antes de cometer un delito, como si quisiera anunciarlo? Como hoy aquí, en Poitiers, más temprano, cuando se la vio en una cafetería. 

         Chase refunfuñó por lo bajo. Se había estado haciendo esa misma pregunta durante semanas. ¿Por qué un ladrón atraería la atención dejando pistas y usando colores tan intensos? ¿Robar era apenas un juego para Carmen Sandiego? ¡Atrápenme si pueden! 

         Alejó sus pensamientos con un movimiento de la mano y dijo con firmeza: 

         —Eso no importa. ¡Ella está en mi ciudad ahora, señorita Argent, y yo seré el que la capture! 

         Julia se sobresaltó de pronto por la visión de una figura roja al otro lado de la calle, a la altura del auto. Se le detuvo la respiración. ¿Podía ser? 

         Chase Devineaux continuó hablando, sin ver la silueta que estaba justo frente a él. 

         —¡Usted es nueva en la fuerza, así que póngase cómoda, observe cómo trabajo y aprenda cómo se atrapa a un ladrón! 

         Julia se enderezó de golpe señalando a la mujer. 

         —¡Señor! ¡Ahí está! 

         Molesto por la interrupción y sin ningún apuro, él siguió la dirección del dedo de Julia mientras suspiraba frustrado. Ahora los agentes nuevos son tan ansiosos, pensó. 

         Y entonces vio el fedora rojo enfrente. Se le abrieron los ojos de par en par. ¡Era la mujer de rojo! 

         —¡La mujer de rojo! —gritó. Carmen Sandiego disparó un arpeo hacia arriba y se elevó con elegancia hacia los techos. ¡Había estado justo frente a él y estaba escapando!

    CARMEN SANDIEGO SE DETUVO SOBRE UN TECHO DE tejas anaranjadas para mirar hacia el horizonte de Poitiers y contemplar la increíble vista. A la distancia, podía ver las torres de la catedral de Saint-Pierre iluminadas por tenues rayos de sol. El largo cabello castaño le caía en ondas por debajo del fedora rojo. Inclinó el sombrero hacia arriba para despejarse los ojos y suspiró profundamente ante el espectáculo. 

         Nunca se cansaba de los magníficos panoramas que descubría en cada uno de los interesantes lugares del mundo que visitaba. Incluso en ese momento, cuando sabía que el tiempo era esencial, no podía evitar detenerse un momento para apreciar la belleza de Francia. 

         —Es mejor que dejes el turismo para después del trabajo —le dijo la voz de un adolescente en el oído. 

         Carmen se tocó el aro, que servía también como aparato de comunicación, y sonrió con ironía. 

         —Me alegra que puedas acompañarme, Jugador. 

         —No me perdería una noche por el mundo contigo, Roja —le respondió él. 

         El Jugador era su confidente y, se podría decir, su mejor amigo, aunque nunca se habían conocido cara a cara. Además, tenía habilidades de piratería informática tan excepcionales que superaban ampliamente sus años. Carmen se dio cuenta de que había llegado a depender del genio de la computación cuando estaba en el campo. 

         —La parada siguiente de tu visita turística a Poitiers está a… ?cincuenta yardas delante de ti —indicó el Jugador. 

         Ella salió disparada como flecha por los techos y sus botas golpeteaban como

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